Un itinerario circular descubriendo la naturaleza y la historia más occidental en el Archipiélago Toscano
Capraia es un pequeño paraíso naturalista conservado gracias a su uso original como colonia penitenciaria agrícola y sucesivamente, después del cierre de las cárceles, gracias a la protección que le brinda el Parque del Archipiélago Toscano. Esto ha permitido preservar el patrimonio de la pequeña y más occidental isla del archipiélago. Más cerca de Córcega que del continente, Capraia está situada en el centro del área conocida como el Santuario de los Cetáceos, con sus costas en desplomo en el agua cristalina.
A pesar de ser pequeña, Capraia es perfecta para los amantes del senderismo. Picos, cumbres rocosas, valles, barrancos hacen de él un terreno ideal para los excursionistas que pueden probar algunos itinerarios eligiendo entre diferentes niveles de dificultad. Tanto desde el pueblo como desde el pequeño puerto se pueden afrontar trayectos muy interesantes. Si caminas inmerso en el matorral mediterráneo con todos sus perfumes y colores: plantas de brezo, mirto, orquídeas y flores de agua en el Stagnone acompañan el camino y dan alivio durante las paradas. Se puede subir a los picos más altos o caminar hasta la media ladera admirando los acantilados con vistas al mar, parando para ver los rincones escondidos y las bahías que se suceden a lo largo de la costa.
Se camina en el silencio, interrumpido sólo por el viento y el sonido del mar, o por el encuentro con otros habitantes silenciosos de la isla: no es raro encontrar conejos salvajes y muflones, ranas y aves migratorias en la orilla del Stagnone. Caminar por la isla significa también recorrer su historia, partiendo de los senderos, que a menudo son terraplenes de la época napoleónica, para pasar al antiguo asentamiento romano de Piano y a la abandonada colonia penitenciaria, con sus edificios que narran la historia de los reclusos que tuvieron la suerte de estar encarcelados en este pequeño paraíso.
Nuestra caminata comienza desde el centro del pueblo donde se vuelve a subir siguiendo la Vía del Semáforo. Se continúa hasta llegar al Piano, que era un antiguo asentamiento romano y que hoy está adornado por los viñedos que encuentran en la colina de la isla y en el clima mediterráneo el lugar ideal para la producción de vinos delicados y perfumados. La historia acompaña nuestros pasos, a lo largo de los terraplenes construidos en la época napoleónica que sirven de camino. Llegamos a un cruce donde seguimos las indicaciones hacia el Stagnone. Subimos entre perfumes mediterráneos, brezos y madroños.
Llegamos a Sella dell’Acciatore con su imperdible vista sobre la costa oeste. Desde aquí se puede ver claramente el perfil de Córcega, más cerca de Capraia que de la costa toscana. El asfódelo y el romero nos recuerdan que estamos en el corazón del Mediterráneo. Cerca de Sella, una pequeña superficie con curiosos círculos hecho con pequeñas piedras, es el recuerdo de antiguos rituales de los cuales aún no se sabe mucho. Descansamos frente a la vista del azul profundo del Mar Tirreno antes de volver partir.
Nuestra caminata comienza desde el centro del pueblo donde se vuelve a subir siguiendo la Vía del Semáforo. Se continúa hasta llegar al Piano, que era un antiguo asentamiento romano y que hoy está adornado por los viñedos que encuentran en la colina de la isla y en el clima mediterráneo el lugar ideal para la producción de vinos delicados y perfumados. La historia acompaña nuestros pasos, a lo largo de los terraplenes construidos en la época napoleónica que sirven de camino. Llegamos a un cruce donde seguimos las indicaciones hacia el Stagnone. Subimos entre perfumes mediterráneos, brezos y madroños.
Llegamos a Sella dell’Acciatore con su imperdible vista sobre la costa oeste. Desde aquí se puede ver claramente el perfil de Córcega, más cerca de Capraia que de la costa toscana. El asfódelo y el romero nos recuerdan que estamos en el corazón del Mediterráneo. Cerca de Sella, una pequeña superficie con curiosos círculos hecho con pequeñas piedras, es el recuerdo de antiguos rituales de los cuales aún no se sabe mucho. Descansamos frente a la vista del azul profundo del Mar Tirreno antes de volver partir.
Dejamos atrás Sella dell’Acciattore y retomamos el camino en el matorral mediterráneo. El silencio se interrumpe solamente por el sonido del viento y del mar que rompe en las rocas. No es raro que, en estos lugares, los excursionistas encuentren conejos salvajes o muflones.
Luego llegamos al pequeño lago conocido como Stagnone un pequeño embalse que se llena entre el otoño y la primavera y que en el verano está adornado con las flores blancas del ranúnculo acuático y las plantas de menta romana todo alrededor. Stagnone es el único embalse natural en el Archipiélago Toscano. Además de crear un ecosistema rico y colorido se encuentra a lo largo de las rutas migratorias de muchas especies de aves que se desplazan desde el Norte hacia África, convirtiéndose en una escala para los pájaros y también un lugar ideal para los apasionados observadores de aves. Incluso las pequeñas ranas sardas son huéspedes que podemos encontrar, entre las rocas cerca del agua y las plantas acuáticas.
Seguimos más adelante y tomamos un sendero en la costa que parte desde la orilla este y nos lleva a 420 metros de las Montañas Le Penne. Desde aquí se puede disfrutar de una vista de 360 grados de Córcega y de las otras islas del archipiélago, así como de los acantilados de Capraia. Pararemos aquí antes de irnos.
Dejamos atrás Sella dell’Acciattore y retomamos el camino en el matorral mediterráneo. El silencio se interrumpe solamente por el sonido del viento y del mar que rompe en las rocas. No es raro que, en estos lugares, los excursionistas encuentren conejos salvajes o muflones.
Luego llegamos al pequeño lago conocido como Stagnone un pequeño embalse que se llena entre el otoño y la primavera y que en el verano está adornado con las flores blancas del ranúnculo acuático y las plantas de menta romana todo alrededor. Stagnone es el único embalse natural en el Archipiélago Toscano. Además de crear un ecosistema rico y colorido se encuentra a lo largo de las rutas migratorias de muchas especies de aves que se desplazan desde el Norte hacia África, convirtiéndose en una escala para los pájaros y también un lugar ideal para los apasionados observadores de aves. Incluso las pequeñas ranas sardas son huéspedes que podemos encontrar, entre las rocas cerca del agua y las plantas acuáticas.
Seguimos más adelante y tomamos un sendero en la costa que parte desde la orilla este y nos lleva a 420 metros de las Montañas Le Penne. Desde aquí se puede disfrutar de una vista de 360 grados de Córcega y de las otras islas del archipiélago, así como de los acantilados de Capraia. Pararemos aquí antes de irnos.
Desde la Montaña Le Penne nos vamos por un sendero que se inmerge una vez más en el perfumadísimo matorral mediterráneo y que fluye a los pies de la Montaña Castillo la más alta de la isla.
Bajamos en los que eran los territorios de la Colonia Penitenciaria que se cerró definitivamente en el 1986 después de un siglo de actividad. Caminamos a través de los edificios de la prisión, ahora abandonados, tratando de imaginar la vida cotidiana en esta pequeña ciudad de seguridad.
Encontramos Aghiale con las celdas y los alojamientos de los guardias, el comedor, la barbería y el redil donde los presos realizaban actividades típicas de la colonia agrícola y por último, los restos del edificio de la lavandería. Recordamos que los edificios de la antigua colonia penitenciaria se encuentran en un estado de abandono casi total y algunos de ellos, por haber sido construido a finales del siglo XIX ya se encontraban en una situación precaria en la época del cierre definitivo. Por lo tanto, aconsejamos tener precaución cuando se visiten las ruinas respetando, si fuera necesario, las prohibiciones de acceso.
Prosiguiendo salimos del territorio de la antigua colonia penitenciaria atravesando el arco que indicaba su entrada. Desde aquí entre fragancias de mirto y de matorral mediterráneo, volvemos al puerto y desde allí al pueblo.
Desde la Montaña Le Penne nos vamos por un sendero que se inmerge una vez más en el perfumadísimo matorral mediterráneo y que fluye a los pies de la Montaña Castillo la más alta de la isla.
Bajamos en los que eran los territorios de la Colonia Penitenciaria que se cerró definitivamente en el 1986 después de un siglo de actividad. Caminamos a través de los edificios de la prisión, ahora abandonados, tratando de imaginar la vida cotidiana en esta pequeña ciudad de seguridad.
Encontramos Aghiale con las celdas y los alojamientos de los guardias, el comedor, la barbería y el redil donde los presos realizaban actividades típicas de la colonia agrícola y por último, los restos del edificio de la lavandería. Recordamos que los edificios de la antigua colonia penitenciaria se encuentran en un estado de abandono casi total y algunos de ellos, por haber sido construido a finales del siglo XIX ya se encontraban en una situación precaria en la época del cierre definitivo. Por lo tanto, aconsejamos tener precaución cuando se visiten las ruinas respetando, si fuera necesario, las prohibiciones de acceso.
Prosiguiendo salimos del territorio de la antigua colonia penitenciaria atravesando el arco que indicaba su entrada. Desde aquí entre fragancias de mirto y de matorral mediterráneo, volvemos al puerto y desde allí al pueblo.