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Itinerarios
En camino a lo largo de las Vías Cave, entre Pitigliano y Sovana

Descubriendo las civilizaciones de la toba

En Pitigliano,  entre el hombre y la piedra se ha establecido un vínculo muy fuerte a lo largo de los milenios. Pueblos construidos sobre mesetas de toba, encaramados sobre precipicios que descienden hacia los valles circundantes, largos caminos semi-subterráneos excavados en las rocas, cientos de grutas y necrópolis. Este es el escenario que espera al visitante.

Dos acontecimientos han moldeado el paisaje inconfundible de este territorio. El primero coincide con los volcanes que existían en el área límite entre Toscana y Lazio hace 600 mil años, cuyas erupciones generaron las rocas de toba que caracterizan la zona.

Un segundo acontecimiento que produjo consecuencias importantes fue cuando surgió la civilización etrusca, una de las culturas antiguas más complejas y enigmáticas., alrededor de los siglos X y IX a.C., a finales de la Edad del Bronce.

Los etruscos fortalecieron el vínculo con esta tierra, construyendo sus casas sobre las rocas de toba con paredes escarpadas. En el tierno corazón de la roca de lava excavaron las ciudades de los muertos, aquellas necrópolis a las cuales han encomendado durante siglos el recuerdo de ellos mismos y de los pueblos venideros. Son lugares eternos en la memoria y en el misterio, como son igualmente misteriosas sus "Vie Cave", enormes heridas que se ahondan hasta veinte o más metros en la toba, cuya función original permanece aún desconocida.

1.

Nuestro viaje en la civilización de la toba comienza desde Pitigliano, donde las casas parecen surgir directamente de la roca, mostrando arquitecturas surreales.

Recorriendo la sinuosa carretera que sube hasta la cima del altiplano, nuestra mirada notará primero el material informe de la toba, luego la trama caótica de las aldeas medievales y por último los grandes arcos del acueducto de los Medici, que parecen estar hechos más de aire que de materia.

Antes de entrar en el laberinto de los callejones hay que pasar bajo la severa mirada de Palacio Orsini, que originalmente fue una fortaleza de los Aldobrandeschi que protegía la única comunicación entre el pueblo y la "tierra firme": en los otros lados Pitigliano es como una península estrecha, extendida en el vacío más inexpugnable.

Detrás del palacio se encuentra la Plaza de la República que corta de norte a sur "el istmo" de Pitigliano, y ofrece una doble vista del precipicio que rodea el poblado. Este sólo es un ejemplo de vacíos y macizos que nos espera en el laberinto del pueblo, donde las estrechas callejuelas entre las casas se transforman de repente en terrazas suspendidas sobre los precipicios.

El corazón del poblado es la estrecha Plaza Gregorio VII, en la cual se encuentra la Catedral dedicada a los Santos Pietro y Paolo, con su campanario, que en origen tuvo una función militar. Detrás de la catedral, recorriendo via Zuccarelli , Pitigliano nos reserva otra sorpresa: es suficiente meterse en algún callejón oscuro en Toscana para resurgir en Medio Oriente.

Estamos en la Pequeña Jerusalén, el Gueto que, durante varios siglos, a partir del 1500 fue la sede de una de las comunidades judías más florecientes en Italia Central.

Te aconsejamos visitar el complejo de la Sinagoga. En su interior se pueden admirar los muebles sagrados con el Aron en la pared de fondo y el Tevá en el centro. En la parte superior se encuentra la casa de las matronas y, en la parte inferior, el baño ritual. En los locales específicos excavados en la roca se encuentra la carnicería Kasher, el horno de pan ácimo, la bodega Kasher y la tintorería.

Nuestro paseo por las calles del pueblo termina en las empinadas escaleras de vía de Porta Sovana, que descienden hacia el valle y nos llevan hasta las misteriosas Vie Cave de los Etruscos.

Nuestro viaje en la civilización de la toba comienza desde Pitigliano, donde las casas parecen surgir directamente de la roca, mostrando arquitecturas surreales.

Recorriendo la sinuosa carretera que sube hasta la cima del altiplano, nuestra mirada notará primero el material informe de la toba, luego la trama caótica de las aldeas medievales y por último los grandes arcos del acueducto de los Medici, que parecen estar hechos más de aire que de materia.

Antes de entrar en el laberinto de los callejones hay que pasar bajo la severa mirada de Palacio Orsini, que originalmente fue una fortaleza de los Aldobrandeschi que protegía la única comunicación entre el pueblo y la "tierra firme": en los otros lados Pitigliano es como una península estrecha, extendida en el vacío más inexpugnable.

Detrás del palacio se encuentra la Plaza de la República que corta de norte a sur "el istmo" de Pitigliano, y ofrece una doble vista del precipicio que rodea el poblado. Este sólo es un ejemplo de vacíos y macizos que nos espera en el laberinto del pueblo, donde las estrechas callejuelas entre las casas se transforman de repente en terrazas suspendidas sobre los precipicios.

El corazón del poblado es la estrecha Plaza Gregorio VII, en la cual se encuentra la Catedral dedicada a los Santos Pietro y Paolo, con su campanario, que en origen tuvo una función militar. Detrás de la catedral, recorriendo via Zuccarelli , Pitigliano nos reserva otra sorpresa: es suficiente meterse en algún callejón oscuro en Toscana para resurgir en Medio Oriente.

Estamos en la Pequeña Jerusalén, el Gueto que, durante varios siglos, a partir del 1500 fue la sede de una de las comunidades judías más florecientes en Italia Central.

Te aconsejamos visitar el complejo de la Sinagoga. En su interior se pueden admirar los muebles sagrados con el Aron en la pared de fondo y el Tevá en el centro. En la parte superior se encuentra la casa de las matronas y, en la parte inferior, el baño ritual. En los locales específicos excavados en la roca se encuentra la carnicería Kasher, el horno de pan ácimo, la bodega Kasher y la tintorería.

Nuestro paseo por las calles del pueblo termina en las empinadas escaleras de vía de Porta Sovana, que descienden hacia el valle y nos llevan hasta las misteriosas Vie Cave de los Etruscos.

2.

Las Vías Cave son antiquísimas obras realizadas por la civilización etrusca, son enormes corredores excavados en la roca de toba, característicos de Pitigliano, Sovana y SoranoLos historiadores aún discuten sobre cual ha sido la función original de esta red vial estructurada. ¿Era un sistema de drenaje de agua o eran vías de fuga durante un ataque militar? ¿Eran vías arcaicas de comunicación o caminos sagrados para realizar procesiones en honor a la Madre Tierra y a los muertos?

De todos modos, aventurarse en estas quebradas todavía transmite mucha emoción: la belleza del escenario, el carácter misterioso (a menudo no se ven desde el exterior por la vegetación que las cubre), y la percepción de la devoción que los Etruscos tenían por la tierra, produce un sentimiento de admiración conmovedor.

La primera muestra de estos ambientes la encontramos apenas fuera de Porta Sovana, donde encontramos las indicaciones hacia la Vía Cava de "Poggio Cane", la más cercana al pueblo. El camino es corto, pero en su interior se encuentran elementos interesantes.

Después de haber llegado a la calle asfaltada, la recorremos por un tramo breve, hasta llegar a la curva donde se encuentran (a la izquierda) las indicaciones hacia la vía Cava de San Giuseppe, la más larga de la zona y una de las más fascinantes.

Entramos en estas galerías profundas, cuyo fondo rocoso revela las huellas de las ruedas de los carros y los infinitos pasajes de quienes caminaron por aquí durante siglos. En el itinerario también encontramos una necrópolis Etrusca con las típicas tumbas de cámara y, un poco más adelante, pintada sobre una roca, la imagen de San José.

Continuando, llegamos a la estupenda y antigua Fuente del Olmo y desde allí, en poco tiempo, encontramos un camino asfaltado que seguimos en dirección este.

Continuamos hasta que hallamos, a la izquierda, las indicaciones hacia la Vía Cava de Pian dei Conati. Recorriendo el itinerario, encontramos muchos vestigios de la antiquísima presencia humana: recipientes, copelas y los enigmáticos surcos paralelos que aparecen en los afloramientos de toba.

En el final del camino se regresa por la carretera que llega hasta Sovana.

Las Vías Cave son antiquísimas obras realizadas por la civilización etrusca, son enormes corredores excavados en la roca de toba, característicos de Pitigliano, Sovana y SoranoLos historiadores aún discuten sobre cual ha sido la función original de esta red vial estructurada. ¿Era un sistema de drenaje de agua o eran vías de fuga durante un ataque militar? ¿Eran vías arcaicas de comunicación o caminos sagrados para realizar procesiones en honor a la Madre Tierra y a los muertos?

De todos modos, aventurarse en estas quebradas todavía transmite mucha emoción: la belleza del escenario, el carácter misterioso (a menudo no se ven desde el exterior por la vegetación que las cubre), y la percepción de la devoción que los Etruscos tenían por la tierra, produce un sentimiento de admiración conmovedor.

La primera muestra de estos ambientes la encontramos apenas fuera de Porta Sovana, donde encontramos las indicaciones hacia la Vía Cava de "Poggio Cane", la más cercana al pueblo. El camino es corto, pero en su interior se encuentran elementos interesantes.

Después de haber llegado a la calle asfaltada, la recorremos por un tramo breve, hasta llegar a la curva donde se encuentran (a la izquierda) las indicaciones hacia la vía Cava de San Giuseppe, la más larga de la zona y una de las más fascinantes.

Entramos en estas galerías profundas, cuyo fondo rocoso revela las huellas de las ruedas de los carros y los infinitos pasajes de quienes caminaron por aquí durante siglos. En el itinerario también encontramos una necrópolis Etrusca con las típicas tumbas de cámara y, un poco más adelante, pintada sobre una roca, la imagen de San José.

Continuando, llegamos a la estupenda y antigua Fuente del Olmo y desde allí, en poco tiempo, encontramos un camino asfaltado que seguimos en dirección este.

Continuamos hasta que hallamos, a la izquierda, las indicaciones hacia la Vía Cava de Pian dei Conati. Recorriendo el itinerario, encontramos muchos vestigios de la antiquísima presencia humana: recipientes, copelas y los enigmáticos surcos paralelos que aparecen en los afloramientos de toba.

En el final del camino se regresa por la carretera que llega hasta Sovana.

3.

Como Pitigliano, también Sovana tiene sus raíces en el promontorio de toba, donde los etruscos, y quizás otros pueblos itálicos de siglos anteriores, construyeron sus primeras viviendas.

El aspecto actual es de una aldea medieval, perfectamente conservada. En la entrada del pueblo, se encuentran las ruinas del Fuerte de los Aldobrandeschi que nos dan la bienvenida, símbolo del poder que en su día tuvo la familia que dominó estas tierras. Según la tradición, de los Aldobrandeschi nació Ildebrando di Sovana, que fue nombrado Papa, con el nombre de Gregorio VII, en la segunda mitad del siglo XI, gracias al cual se llevó a cabo la querella de las investiduras, la excomunión de Enrique IV y la humillación de Canossa.

Volviendo a subir por vía del Pretorio llegamos a la plaza homónima, perfecto ejemplo del alma medieval del pueblo. Frente a nosotros podemos admirar la elegante fachada del Palacio del Archivo (anteriormente sede del Municipio) que se remonta al siglo XIII, con su gran reloj y su espadaña. A la izquierda encontramos la Iglesia Santa Maria.

Podemos también admirar el palacio de los Marqueses Burbon del Monte y la iglesia paleocristiana San Mamiliano, uno de los edificios más antiguos de Sovana donde actualmente se encuentra el museo dedicado al santo y el "Tesoro de Sovana", con 498 monedas de oro del siglo V d.C., encontradas en el 2004 durante la restauración del edificio.

La fachada del Palacio Pretoriano, que se encuentra en el lado opuesto de la plaza, muestra los escudos de los capitanes del pueblo y comisarios de Siena que gobernaron Sovana entre los siglos XV y XVII.

Más allá de la plaza, caminamos por la Via di Mezzo y continuamos hasta el límite de este pueblo, donde surge la Catedral de Sovana, uno de los edificios románico-góticos más importantes en Toscana. En este punto, nuestro viaje histórico parece haber terminado, pero la civilización de la toba todavía tiene muchos secretos por desvelar.

Continuamos dejando atrás la Catedral, descendiendo hacia el pequeño cementerio del pueblo y desde allí seguimos la carretera asfaltada hacia San Martino sul Fiora por unos cien metros, hasta llegar a la necrópolis etrusca de Sopraripa. Entre los numerosos vestigios, podemos admirar la sugestiva tumba de la Sirena (siglos del III al II a.C.), situada en lo alto de una colina y que cuenta con un gran edículo en forma de arco, con dos demonios a cada lado para custodiar al difunto y, en el frontón, la figura de una sirena de doble cola.

Antes de salir de Sovana, es aconsejable visitar la necrópolis de Monte Rosello, que se encuentra en el lado opuesto del poblado, no muy lejos del Fuerte de los Aldobrandeschi. El sepulcro más importante del lugar es seguramente la monumental tumba de Sileno, que fue descubierta, intacta, sólo en el 1963, junto con su ajuar funerario y sus urnas.

Una vez terminada la visita, se puede volver a Pitigliano por el itinerario de ida, o con la línea de autobuses que une los dos pueblos.

Como Pitigliano, también Sovana tiene sus raíces en el promontorio de toba, donde los etruscos, y quizás otros pueblos itálicos de siglos anteriores, construyeron sus primeras viviendas.

El aspecto actual es de una aldea medieval, perfectamente conservada. En la entrada del pueblo, se encuentran las ruinas del Fuerte de los Aldobrandeschi que nos dan la bienvenida, símbolo del poder que en su día tuvo la familia que dominó estas tierras. Según la tradición, de los Aldobrandeschi nació Ildebrando di Sovana, que fue nombrado Papa, con el nombre de Gregorio VII, en la segunda mitad del siglo XI, gracias al cual se llevó a cabo la querella de las investiduras, la excomunión de Enrique IV y la humillación de Canossa.

Volviendo a subir por vía del Pretorio llegamos a la plaza homónima, perfecto ejemplo del alma medieval del pueblo. Frente a nosotros podemos admirar la elegante fachada del Palacio del Archivo (anteriormente sede del Municipio) que se remonta al siglo XIII, con su gran reloj y su espadaña. A la izquierda encontramos la Iglesia Santa Maria.

Podemos también admirar el palacio de los Marqueses Burbon del Monte y la iglesia paleocristiana San Mamiliano, uno de los edificios más antiguos de Sovana donde actualmente se encuentra el museo dedicado al santo y el "Tesoro de Sovana", con 498 monedas de oro del siglo V d.C., encontradas en el 2004 durante la restauración del edificio.

La fachada del Palacio Pretoriano, que se encuentra en el lado opuesto de la plaza, muestra los escudos de los capitanes del pueblo y comisarios de Siena que gobernaron Sovana entre los siglos XV y XVII.

Más allá de la plaza, caminamos por la Via di Mezzo y continuamos hasta el límite de este pueblo, donde surge la Catedral de Sovana, uno de los edificios románico-góticos más importantes en Toscana. En este punto, nuestro viaje histórico parece haber terminado, pero la civilización de la toba todavía tiene muchos secretos por desvelar.

Continuamos dejando atrás la Catedral, descendiendo hacia el pequeño cementerio del pueblo y desde allí seguimos la carretera asfaltada hacia San Martino sul Fiora por unos cien metros, hasta llegar a la necrópolis etrusca de Sopraripa. Entre los numerosos vestigios, podemos admirar la sugestiva tumba de la Sirena (siglos del III al II a.C.), situada en lo alto de una colina y que cuenta con un gran edículo en forma de arco, con dos demonios a cada lado para custodiar al difunto y, en el frontón, la figura de una sirena de doble cola.

Antes de salir de Sovana, es aconsejable visitar la necrópolis de Monte Rosello, que se encuentra en el lado opuesto del poblado, no muy lejos del Fuerte de los Aldobrandeschi. El sepulcro más importante del lugar es seguramente la monumental tumba de Sileno, que fue descubierta, intacta, sólo en el 1963, junto con su ajuar funerario y sus urnas.

Una vez terminada la visita, se puede volver a Pitigliano por el itinerario de ida, o con la línea de autobuses que une los dos pueblos.

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