Desde Siena hasta San Casciano dei Bagni
Lo mejor del itinerario es el intercalarse entre el asfalto y los sencillos caminos blancos, que te llevan a fluctuar entre colinas, campos de trigo, cipreses y encantadores pueblos medievales. Un viaje donde la historia, la cultura y la ecelente comida impregnan cada kilómetro, ofreciendo un itinerario enmarcado en la naturaleza libre y fascinante.
Ajusta tu GPS: Siena, Radi, Murlo, Bibbiano, Castiglion diel Bosco, Montalcino, Torrenieri, Cosona, Pienza, Monticchiello, La Foce, Castiglioncello del Trinoro, Sarteano, Radicofani, Ponte del Rigo, Celle sul Rigo, San Cascano dei Bagni
La clave para salir de la Plaza del Campo es la carretera SR2 Cassia con dirección hacia Roma. Unos pocos kilómetros y una fuerte subida a mitad de recta incitan al manubrio a girar a la derecha y sacar las ruedas de la carretera: el cartel de La Eroica, carrera de bicletas antiguas en terreno mixto. El terreno sin asfaltar se deja acariciar incluso por los inexpertos, compensando la elección con vistas encantadoras, como la fortificada Granja de Radi y los cálidos ladrillos del Obispado de Murlo.
El asfalto y el camino de tierra se persiguen alegremente hasta llegar a Castiglion del Bosco. A lo largo de los campos de golf del diseñador Ferragamo, no podemos resistirnos a dar unos golpes de gas sobre la fina grava. La vista de los viñedos robados a los robledales predispone mente y paladar a la degustación del Brunello, emperador de los vinos, con un aperitivo en la pintoresca Tienda de Vinos de la Fortaleza. Montalcino es una terraza privilegiada con vistas al Parque Artístico Natural y Cultural de Val d'Orcia, patrimonio de Unesco y paraíso donde buscar tu propia serenidad para la mente y el pulso.
La clave para salir de la Plaza del Campo es la carretera SR2 Cassia con dirección hacia Roma. Unos pocos kilómetros y una fuerte subida a mitad de recta incitan al manubrio a girar a la derecha y sacar las ruedas de la carretera: el cartel de La Eroica, carrera de bicletas antiguas en terreno mixto. El terreno sin asfaltar se deja acariciar incluso por los inexpertos, compensando la elección con vistas encantadoras, como la fortificada Granja de Radi y los cálidos ladrillos del Obispado de Murlo.
El asfalto y el camino de tierra se persiguen alegremente hasta llegar a Castiglion del Bosco. A lo largo de los campos de golf del diseñador Ferragamo, no podemos resistirnos a dar unos golpes de gas sobre la fina grava. La vista de los viñedos robados a los robledales predispone mente y paladar a la degustación del Brunello, emperador de los vinos, con un aperitivo en la pintoresca Tienda de Vinos de la Fortaleza. Montalcino es una terraza privilegiada con vistas al Parque Artístico Natural y Cultural de Val d'Orcia, patrimonio de Unesco y paraíso donde buscar tu propia serenidad para la mente y el pulso.
Deslizándose hacia el valle por la carretera SP45 del Brunello, a la altura de Valdicava, el asfalto dura lo justo para algunas curvas aireadas y luego deja de nuevo lugar a la tierra, hasta Torrenieri, antigua estación de caballos y trenes. La solitaria Parroquia de Santa Ana in Camprena exhibe los frescos de Sodoma, preámbulo artístico de la Pienza papal, cuna de Pío II. Pero lo sagrado y lo profano se mezclan fácilmente, y entonces la tentación es un bocadillo con mil variaciones de queso Pecorino, la consigna: ceder sin remordimiento. Para alegrar la digestión llega el pintoresco paseo en todoterreno hacia Monticchiello, un pueblo medieval con una torre del homenaje hundida e inclinada, donde cada verano los 200 habitantes unidos en la Compagnia del Teatro Povero transforman la plaza en un escenario al aire libre con representaciones de tradición popular.
Pasar entre los cipreses que bordean la carretera más fotografiada del mundo añade gusto a un viaje ya de por sí rico en sabores, y Castelluccio, antigua parada de la Vía Francígena, es el preámbulo de la finca La Foce de los marqueses Origo. Se les atribuye el mérito de haber dado vida a Val d’Orcia, de haber expulsado el hambre, la miseria y la ignorancia a principios de siglo, y a los invasores alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Castiglioncello del Trinoro domina Val d'Orcia con su Porta del Sole, punto de partida de un desvío hacia Sarteano y su Justa del Sarraceno (agosto); o bien, un puñado de kilómetros sin asfaltar, apunta a las numerosas curvas cerradas que agitan este idílico cuadro.
Deslizándose hacia el valle por la carretera SP45 del Brunello, a la altura de Valdicava, el asfalto dura lo justo para algunas curvas aireadas y luego deja de nuevo lugar a la tierra, hasta Torrenieri, antigua estación de caballos y trenes. La solitaria Parroquia de Santa Ana in Camprena exhibe los frescos de Sodoma, preámbulo artístico de la Pienza papal, cuna de Pío II. Pero lo sagrado y lo profano se mezclan fácilmente, y entonces la tentación es un bocadillo con mil variaciones de queso Pecorino, la consigna: ceder sin remordimiento. Para alegrar la digestión llega el pintoresco paseo en todoterreno hacia Monticchiello, un pueblo medieval con una torre del homenaje hundida e inclinada, donde cada verano los 200 habitantes unidos en la Compagnia del Teatro Povero transforman la plaza en un escenario al aire libre con representaciones de tradición popular.
Pasar entre los cipreses que bordean la carretera más fotografiada del mundo añade gusto a un viaje ya de por sí rico en sabores, y Castelluccio, antigua parada de la Vía Francígena, es el preámbulo de la finca La Foce de los marqueses Origo. Se les atribuye el mérito de haber dado vida a Val d’Orcia, de haber expulsado el hambre, la miseria y la ignorancia a principios de siglo, y a los invasores alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Castiglioncello del Trinoro domina Val d'Orcia con su Porta del Sole, punto de partida de un desvío hacia Sarteano y su Justa del Sarraceno (agosto); o bien, un puñado de kilómetros sin asfaltar, apunta a las numerosas curvas cerradas que agitan este idílico cuadro.
La Fortaleza de Radicofani destaca con decisión y las hazañas del bandolero Ghino di Tacco nos demuestran que nos encontramos en una tierra fronteriza, todavía valle pero por poco tiempo y con la sombría Montaña Amiata a pocos kilómetros. Las curvas rápidas unen Ponte del Rigo y San Casciano dei Bagni: en agosto se abre a la diversión con el Palio de San Cassiano y su carrera de ranas.
La Fortaleza de Radicofani destaca con decisión y las hazañas del bandolero Ghino di Tacco nos demuestran que nos encontramos en una tierra fronteriza, todavía valle pero por poco tiempo y con la sombría Montaña Amiata a pocos kilómetros. Las curvas rápidas unen Ponte del Rigo y San Casciano dei Bagni: en agosto se abre a la diversión con el Palio de San Cassiano y su carrera de ranas.