Descubra un oasis de belleza natural y un patrimonio cultural único
El Archipiélago Toscano, formado por siete islas principales, es un oasis de belleza natural y tiene un patrimonio cultural único. Estas pintorescas islas, enclavadas en un mar cristalino, han sido influenciadas por sus diferentes habitantes: desde los etruscos y los romanos, hasta los sarracenos y los españoles. La comida y el vino de las islas son producto de su historia y su ubicación. La pobreza y el trabajo duro (la agricultura, la pesca y la minería solían ser sus principales actividades) han dado vida a una cocina sencilla pero deliciosa, y el mar que las rodea hace que los mariscos sean los principales protagonistas de muchos de sus platos.
Este artículo presenta algunas sugerencias para un viaje de tres días por Elba, Giglio y Pianosa, algunas de las islas más grandes del archipiélago, para descubrir la cultura y la historia de estas joyas del mar de Toscana.
Empezamos cogiendo un ferry de Piombino a Elba, la isla más grande y famosa del archipiélago. Hogar de un Napoleón en exilio, esta isla cuenta con arte, cultura y muchas delicias locales. Bajamos del barco en Portoferraio; podemos pasear un rato por la ciudad y ver los monumentos: desde las murallas de los Médici hasta una de las residencias de Napoleón en el campo, Villa dei Mulini. Si queda tiempo, vale la pena visitar el Santuario de Madonna di Monserrato. Este misterioso santuario fue construido por los españoles en Porto Azzuro sobre el hermoso valle kárstico, y fue una ermita durante cientos de años.
Durante la estancia en Elba se debe probar el Aleatico, el vino tradicional de la isla. Con sus raíces en las antiguas recetas griegas y romanas, este vino se ha producido de la misma manera durante muchos años, secando las uvas bajo el sol de septiembre. Este método da al vino una textura aterciopelada perfecta para platos como la schiaccia briaca, un pastel de la isla cuyos sabores tienen influencia berberisca y sarracena.
Empezamos cogiendo un ferry de Piombino a Elba, la isla más grande y famosa del archipiélago. Hogar de un Napoleón en exilio, esta isla cuenta con arte, cultura y muchas delicias locales. Bajamos del barco en Portoferraio; podemos pasear un rato por la ciudad y ver los monumentos: desde las murallas de los Médici hasta una de las residencias de Napoleón en el campo, Villa dei Mulini. Si queda tiempo, vale la pena visitar el Santuario de Madonna di Monserrato. Este misterioso santuario fue construido por los españoles en Porto Azzuro sobre el hermoso valle kárstico, y fue una ermita durante cientos de años.
Durante la estancia en Elba se debe probar el Aleatico, el vino tradicional de la isla. Con sus raíces en las antiguas recetas griegas y romanas, este vino se ha producido de la misma manera durante muchos años, secando las uvas bajo el sol de septiembre. Este método da al vino una textura aterciopelada perfecta para platos como la schiaccia briaca, un pastel de la isla cuyos sabores tienen influencia berberisca y sarracena.
La próxima etapa del viaje será Pianosa, a menos de una hora en barco de Elba. Es una isla con una compleja historia y cultura, con algunas vistas maravillosas más allá de las hermosas playas y con su vida silvestre. La Villa Agripa, con sus mosaicos y ruinas, no sólo es importante por su belleza sino también por su historia. En el año 6 d.C. el emperador romano Augusto desterró a su nieto Agripa Postumus en la villa y le obligó a permanecer allí hasta que un asesino le quitó la vida. Las grandes catacumbas cristianas también son fascinantes: son las más grandes al norte de Roma.
Uno de los lugares más famosos de Pianosa es su prisión. Ahora cerrada, la prisión estaba dividida en pequeñas parcelas de tierra para ser cultivadas por los reclusos. En la década de 1970, se transformó en una prisión de máxima seguridad y albergó a algunos de los criminales más peligrosos de Italia, desde jefes de la mafia hasta terroristas de las Brigadas Rojas.
Se puede llegar a Pianosa durante todo el año desde Rio Marina y, de abril a septiembre, desde Marina di Campo.
La próxima etapa del viaje será Pianosa, a menos de una hora en barco de Elba. Es una isla con una compleja historia y cultura, con algunas vistas maravillosas más allá de las hermosas playas y con su vida silvestre. La Villa Agripa, con sus mosaicos y ruinas, no sólo es importante por su belleza sino también por su historia. En el año 6 d.C. el emperador romano Augusto desterró a su nieto Agripa Postumus en la villa y le obligó a permanecer allí hasta que un asesino le quitó la vida. Las grandes catacumbas cristianas también son fascinantes: son las más grandes al norte de Roma.
Uno de los lugares más famosos de Pianosa es su prisión. Ahora cerrada, la prisión estaba dividida en pequeñas parcelas de tierra para ser cultivadas por los reclusos. En la década de 1970, se transformó en una prisión de máxima seguridad y albergó a algunos de los criminales más peligrosos de Italia, desde jefes de la mafia hasta terroristas de las Brigadas Rojas.
Se puede llegar a Pianosa durante todo el año desde Rio Marina y, de abril a septiembre, desde Marina di Campo.
Para el destino final de su viaje, le recomendamos Giglio. Se llega en barco desde Elba a esta isla que es el hogar de muchos de los platos más reconocidos del archipiélago. El panficato es uno de ellos; un pan denso y cargado hecho con mermelada, nueces, higos y naranjas, y que puede tener la forma de galletas o pasteles. En Giglio también se encuentran grandes mariscos: la tonnina es un plato típico de filete de atún o ventresca que a menudo se sirve con tomates locales y ensalada. Para acompañar estos sabores de mariscos, ¿por qué no probar el Ansonica? Es un vino blanco que se elabora en los cerros de la Costa Plateada de Argentario y en Giglio.
Sin embargo, además de comer, en Giglio hay muchas más cosas que hacer. Su belleza natural y la fauna marina son inigualables. Las prístinas aguas que rodean la isla son perfectas para bucear y hacer snorkel, o incluso para nadar y disfrutar de las playas de Arnella, Porto, Canelle y Caldane. Alrededor de estas bahías se encuentran los característicos acantilados de granito que proporcionan la piedra para la mayoría de los edificios de la isla.
Los principales poblados a visitar son la fortificación de Giglio Porto y Campese. Giglio Porto es un lugar muy característico, con la mayoría de los edificios y sus grandes murallas medievales construidos con granito de color rosa que le dieron su fama. Este pueblo encantador nos hace sentir atrás en el tiempo con sus fortificaciones medievales y sus torres defensivas a las que se puede llegar tras una breve caminata. Estas murallas y torres han visto muchas batallas navales y ataques piratas en el mar. La iglesia de San Pietro in Giglio alberga varios tesoros artísticos y reliquias que han sido preservados por la comunidad local. Campese es un poco diferente, con vistas a una gran playa y con una encantadora plaza y una torre construida por Fernando I de Médici. A diferencia de Porto Giglio, la mayoría de sus antiguas fortificaciones se han perdido en las incursiones de los piratas, especialmente en el devastador ataque de 1799.
Se puede llegar a Giglio desde Porto Azzurro sólo durante la temporada de verano.
Para el destino final de su viaje, le recomendamos Giglio. Se llega en barco desde Elba a esta isla que es el hogar de muchos de los platos más reconocidos del archipiélago. El panficato es uno de ellos; un pan denso y cargado hecho con mermelada, nueces, higos y naranjas, y que puede tener la forma de galletas o pasteles. En Giglio también se encuentran grandes mariscos: la tonnina es un plato típico de filete de atún o ventresca que a menudo se sirve con tomates locales y ensalada. Para acompañar estos sabores de mariscos, ¿por qué no probar el Ansonica? Es un vino blanco que se elabora en los cerros de la Costa Plateada de Argentario y en Giglio.
Sin embargo, además de comer, en Giglio hay muchas más cosas que hacer. Su belleza natural y la fauna marina son inigualables. Las prístinas aguas que rodean la isla son perfectas para bucear y hacer snorkel, o incluso para nadar y disfrutar de las playas de Arnella, Porto, Canelle y Caldane. Alrededor de estas bahías se encuentran los característicos acantilados de granito que proporcionan la piedra para la mayoría de los edificios de la isla.
Los principales poblados a visitar son la fortificación de Giglio Porto y Campese. Giglio Porto es un lugar muy característico, con la mayoría de los edificios y sus grandes murallas medievales construidos con granito de color rosa que le dieron su fama. Este pueblo encantador nos hace sentir atrás en el tiempo con sus fortificaciones medievales y sus torres defensivas a las que se puede llegar tras una breve caminata. Estas murallas y torres han visto muchas batallas navales y ataques piratas en el mar. La iglesia de San Pietro in Giglio alberga varios tesoros artísticos y reliquias que han sido preservados por la comunidad local. Campese es un poco diferente, con vistas a una gran playa y con una encantadora plaza y una torre construida por Fernando I de Médici. A diferencia de Porto Giglio, la mayoría de sus antiguas fortificaciones se han perdido en las incursiones de los piratas, especialmente en el devastador ataque de 1799.
Se puede llegar a Giglio desde Porto Azzurro sólo durante la temporada de verano.