Desde Anchiano hasta Florencia, tras los pasos del genio del Renacimiento
Artista, inventor y científico, Leonardo da Vinci fue uno de los más grandes genios de la humanidad y uno de los símbolos del Renacimiento.
Autor de obras inmortales como la Mona Lisa pero también de invenciones anticipadas por siglos, como sus máquinas voladoras o el prototipo de bicicleta, Leonardo se aplicó con resultados extraordinarios en todas las artes y ciencias conocidas en la época.
Con motivo del 500 aniversario de su muerte, el 2 de mayo de 1519, proponemos un itinerario de tres días tras los pasos del gran humanista, que parte de su tierra natal en Empolese Valdelsa, y llega hasta Florencia, donde llegó muy joven para trabajar como aprendiz en el taller de Verrocchio.
Leonardo nació el 15 de abril de 1452 de una relación ilegítima entre su padre, el notario Piero di Vinci, del que era primogénito, y Caterina, una mujer de extracción modesta. Ha crecido en la casa de su padre donde nació, en Anchiano, un pequeño pueblo a pocos kilómetros de Vinci, encaramado entre las colinas y los olivares en Montalbano.
Hoy aquí se puede visitar la Casa Natal de Leonardo, donde el museo recorre la historia de su vida, con equipos multimedia que también narran su producción artística.
Desde Anchiano nos trasladamos a Vinci para visitar el Museo Leonardiano, ubicado en dos lugares: el Palacio Uzielli y el Castillo de los Condes Guidi.
Aquí se exponen más de ochenta máquinas e instrumentos realizados siguiendo los modelos de Leonardo, así como los estudios del genio de la anatomía humana. Entre los inventos más interesantes, encontramos las máquinas de guerra y el carro autopropulsado, sin olvidarnos de dar un salto en la terraza del castillo para disfrutar de una espléndida vista de las colinas de Montalbano.
Por último, no puede perderse la visita a la Iglesia Santa Croce, donde aún se conserva la fuente utilizada para el bautismo de Leonardo, y a la Biblioteca Leonardiana, un centro de estudios internacional que conserva copias de todos los códices de Leonardo.
Leonardo nació el 15 de abril de 1452 de una relación ilegítima entre su padre, el notario Piero di Vinci, del que era primogénito, y Caterina, una mujer de extracción modesta. Ha crecido en la casa de su padre donde nació, en Anchiano, un pequeño pueblo a pocos kilómetros de Vinci, encaramado entre las colinas y los olivares en Montalbano.
Hoy aquí se puede visitar la Casa Natal de Leonardo, donde el museo recorre la historia de su vida, con equipos multimedia que también narran su producción artística.
Desde Anchiano nos trasladamos a Vinci para visitar el Museo Leonardiano, ubicado en dos lugares: el Palacio Uzielli y el Castillo de los Condes Guidi.
Aquí se exponen más de ochenta máquinas e instrumentos realizados siguiendo los modelos de Leonardo, así como los estudios del genio de la anatomía humana. Entre los inventos más interesantes, encontramos las máquinas de guerra y el carro autopropulsado, sin olvidarnos de dar un salto en la terraza del castillo para disfrutar de una espléndida vista de las colinas de Montalbano.
Por último, no puede perderse la visita a la Iglesia Santa Croce, donde aún se conserva la fuente utilizada para el bautismo de Leonardo, y a la Biblioteca Leonardiana, un centro de estudios internacional que conserva copias de todos los códices de Leonardo.
En el segundo día nos trasladamos a un rincón de Montalbano y Valdinievole que Leonardo conocía muy bien: las Paludes de Fucecchio. De hecho, el artista también se dedicó con éxito a la cartografía, dibujando mapas de este territorio y en general de todo Valdarno para el proyecto de desvío del Arno. Una utopía grandiosa y jamás realizada, que Leonardo estudió durante cuarenta años, para encontrar una forma de desviar el río hacia Prato y Pistoia, realizando rutas navegables que hubieran ayudado a los transportes fluviales y también habrían prevenido las inundaciones.
Las Paludes de Fucecchio se repiten en muchos de los códices de Leonardo y también se pueden reconocer en el famoso dibujo "Paesaggio" del 1473.
Hoy en día es la palude interior más grande en Italia y una hermosa reserva natural, un paraíso para la observación de aves porque aquí se pueden ver más de 200 especies de pájaros, desde garzas hasta grullas.
El lugar ideal para pasar un día en la naturaleza, para dedicarse a una visita guiada y a un paseo en barco por el pantano.
En el segundo día nos trasladamos a un rincón de Montalbano y Valdinievole que Leonardo conocía muy bien: las Paludes de Fucecchio. De hecho, el artista también se dedicó con éxito a la cartografía, dibujando mapas de este territorio y en general de todo Valdarno para el proyecto de desvío del Arno. Una utopía grandiosa y jamás realizada, que Leonardo estudió durante cuarenta años, para encontrar una forma de desviar el río hacia Prato y Pistoia, realizando rutas navegables que hubieran ayudado a los transportes fluviales y también habrían prevenido las inundaciones.
Las Paludes de Fucecchio se repiten en muchos de los códices de Leonardo y también se pueden reconocer en el famoso dibujo "Paesaggio" del 1473.
Hoy en día es la palude interior más grande en Italia y una hermosa reserva natural, un paraíso para la observación de aves porque aquí se pueden ver más de 200 especies de pájaros, desde garzas hasta grullas.
El lugar ideal para pasar un día en la naturaleza, para dedicarse a una visita guiada y a un paseo en barco por el pantano.
Es hora de trasladarse a Florencia para encontrar algunas de las obras de arte pintadas por Leonardo que han permanecido en la capital toscana.
En la Galería Uffizi se conservan algunas obras maestras de su juventud, realizadas por el artista antes de trasladarse a Milán en el 1482 a la corte de Ludovico el Moro.
Aquí se encuentra el Bautismo de Cristo, realizado con el maestro Verrocchio, donde se puede reconocer la mano de Leonardo en la cabeza del ángel a la izquierda y en el paisaje sombreado.
La Anunciación del 1472 que es espléndida, donde el amor de Leonardo por la naturaleza se encuentra con su genio pictórico: el paisaje de fondo es encantador, mientras que las alas del ángel están representadas de una manera anatómicamente perfecta, como si fueran las de un verdadero pájaro.
Por último, encontramos la Adoración de los Reyes Magos del 1481. La obra fue encargada para la Iglesia San Donato en Scopeto, cerca de Florencia, y quedó inconclusa cuando Leonardo partió para Milán: gracias a una larga restauración del Opificio de las Piedras Duras se pueden admirar las técnicas utilizadas por el genio durante su proceso creativo.
Terminamos el día visitando el Palazzo della Signoria. En el Salone dei Cinquecento, entonces llamado Sala del Gran Consiglio, había de hecho un grande mural de Leonardo, la legendaria Batalla de Anghiari, del 1503. Desgraciadamente, la obra se perdió cuando Giorgio Vasari redecoró la sala: si fue destruida o escondida bajo un entonaco o una pared nueva es un misterio que aún no han resuelto los historiadores del arte.
Es hora de trasladarse a Florencia para encontrar algunas de las obras de arte pintadas por Leonardo que han permanecido en la capital toscana.
En la Galería Uffizi se conservan algunas obras maestras de su juventud, realizadas por el artista antes de trasladarse a Milán en el 1482 a la corte de Ludovico el Moro.
Aquí se encuentra el Bautismo de Cristo, realizado con el maestro Verrocchio, donde se puede reconocer la mano de Leonardo en la cabeza del ángel a la izquierda y en el paisaje sombreado.
La Anunciación del 1472 que es espléndida, donde el amor de Leonardo por la naturaleza se encuentra con su genio pictórico: el paisaje de fondo es encantador, mientras que las alas del ángel están representadas de una manera anatómicamente perfecta, como si fueran las de un verdadero pájaro.
Por último, encontramos la Adoración de los Reyes Magos del 1481. La obra fue encargada para la Iglesia San Donato en Scopeto, cerca de Florencia, y quedó inconclusa cuando Leonardo partió para Milán: gracias a una larga restauración del Opificio de las Piedras Duras se pueden admirar las técnicas utilizadas por el genio durante su proceso creativo.
Terminamos el día visitando el Palazzo della Signoria. En el Salone dei Cinquecento, entonces llamado Sala del Gran Consiglio, había de hecho un grande mural de Leonardo, la legendaria Batalla de Anghiari, del 1503. Desgraciadamente, la obra se perdió cuando Giorgio Vasari redecoró la sala: si fue destruida o escondida bajo un entonaco o una pared nueva es un misterio que aún no han resuelto los historiadores del arte.