El amplio territorio de Pelago, a unos treinta kilómetros hacia el este de Florencia, se extiende desde la llanura hasta la montaña, acogiendo colinas decoradas con hileras de viñas, olivos, iglesias, casas coloniales, castillos antiguos y pueblos.
Es una tierra donde el verde de las colinas nos recuerda, en cada rincón, el color del aceite recién prensado, mientras el rojo del atardecer nos devuelve al corazón las tonalidades, los perfumes y los sabores de una agradable copa de vino. El aceite y el vino marcan física y socialmente estos valles, regalando un viaje a través de los sentidos.
La zona, habitada desde la prehistoria, experimentó cierta importancia primero en el período etrusco-romano y luego en la Edad Media, debido también a su afortunada posición en el cruce entre vías de comunicación naturales.