El encaje de Pistoia
El floreciente arte del bordado en la Ciudad del Oso, tradición y excelencia de hilados preciados
Pistoia no es sólo historia con raíces antiguas y fascinantes y tierra de viveristas: también conserva una larga tradición en elarte del bordado.
Desde el Siglo XIV, manos expertas trabajan con distintos tipos de hilados y los entretejen en un tejido ligero y adornado, el encaje.
Las primeras en dedicarse a esta actividad de costura fueron las monjas de clausura, para decorar la ropa blanca y las prendas eclesiásticas; tras la conversión de los conventos en conservatorios, el arte del bordado se enseñó como asignatura escolar a las jóvenes de buena familia.
En el Siglo XIX, el encaje alcanzó su máximo esplendor; se abrieron muchos talleres en toda Italia y numerosas mujeres nobles de Pistoia crearon escuelas-laboratorio de bordado, especialmente entre Quarrata, Casalguidi y Lamporecchio. Los preciosos encajes dictaban la moda y adornaban los ajuares y la ropa blanca de las familias más ricas.
En la escuela de encaje de Lucciano, en Quarrata, fundada por la Condesa Gabriella Rasponi Spalletti, se ha creado el bordado llamado punto Deruta, mientras que en Lamporecchio, en la escuela abierta por la americana Laura Merrik, se creó un tipo particular de bordado llamado de "Lamporecchio", en cambio, en Casalguidi se recuerda el famoso punto Casale, que toma su nombre de la localidad misma. Los ornamentos creados con estas técnicas se convirtieron en excelencias artesanales y gozaron de gran éxito.
El arte producida por las "manos de hada" de Pistoia conserva aún la tradición y ejemplos del arte de extraordinario valor en el Museo del Bordado, que se encuentra en el noble Palacio Rospigliosi, en el centro histórico de la ciudad.