Marocca de Casola
El pan de Harina de Castañas de Lunigiana DOP entre el pasado y el presente
Lunigiana se caracteriza por la presencia de numerosos castañares, que siempre han sido apreciados por la población local. Sus frutos y la harina de castañas derivada de ellos han alimentado a una generación tras otra, tanto en tiempos de abundancia como de guerra y hambruna, convirtiéndose en un preciado elemento de identidad y alimento básico de la dieta del pueblo de Lunigiana.
Si el castaño es el árbol del pan, un pan a base de castañas que tiene un fuerte significado en Lunigiana es el Marocca di Casola.
El pan, en todas partes, es por definición un alimento pobre. Para hacerlo se necesitan unos pocos ingredientes: harina, agua y levadura. Basta con añadir un ingrediente, variar la forma, amasar la masa durante más o menos tiempo, y los resultados pueden ser muchos y sorprendentes.
Menciones históricas
El Marocca di Casola empezó siendo un pan campesino, cocido en los hornos comunales de los pueblos de Lunigiana oriental y elaborado con lo que había disponible en ese momento, es decir, un poco de harina de trigo, mucha harina de castañas, un poco de patatas y el preciado aceite. De esta mezcla de ingredientes sale un pan poco maleable, "marocat" en dialecto, que se conserva muy bien debido a la presencia de patatas en la masa.
Durante siglos, este pan a base de castañas fue el alimento básico de la civilización campesina del Alto Valle del Torrente Aulella, zona fronteriza entre Lunigiana y Garfagnana, y fue especialmente valioso durante la Segunda Guerra Mundial, en una época de escasez de alimentos.
Con la posguerra y la industrialización, Lunigiana, como muchas otras zonas del interior de nuestro país, se vio marcada por un lento e inexorable abandono de los campos, lo que provocó el declive de muchas tradiciones gastronómicas y sociales del mundo rural que se habían ido perfeccionando a lo largo de los siglos y transmitiendo de generación en generación.
Una suerte que también habría corrido Marocca di Casola, de no haber sido por Fabio Bertolucci, un joven emprendedor que decidió establecerse en su tierra natal a los 23 años. Aprendiz al principio en una antigua panadería con horno de leña, Fabio aprendió todos los secretos del Marocca hasta que, en 2008, abrió su propia panadería en Regnano, una pequeña aldea del municipio de Casola, en Lunigiana. Actualmente, su panadería, Il Forno di Canoara, inmersa en un marco de cuento de hadas entre los pasos históricos del Apenino Toscano-Emiliano y las afiladas cumbres de los Alpes Apuanos, es la única que produce el Marocca di Casola Presidio Slow Food.
El Marocca di Casola empezó siendo un pan campesino, cocido en los hornos comunales de los pueblos de Lunigiana oriental y elaborado con lo que había disponible en ese momento, es decir, un poco de harina de trigo, mucha harina de castañas, un poco de patatas y el preciado aceite. De esta mezcla de ingredientes sale un pan poco maleable, "marocat" en dialecto, que se conserva muy bien debido a la presencia de patatas en la masa.
Durante siglos, este pan a base de castañas fue el alimento básico de la civilización campesina del Alto Valle del Torrente Aulella, zona fronteriza entre Lunigiana y Garfagnana, y fue especialmente valioso durante la Segunda Guerra Mundial, en una época de escasez de alimentos.
Con la posguerra y la industrialización, Lunigiana, como muchas otras zonas del interior de nuestro país, se vio marcada por un lento e inexorable abandono de los campos, lo que provocó el declive de muchas tradiciones gastronómicas y sociales del mundo rural que se habían ido perfeccionando a lo largo de los siglos y transmitiendo de generación en generación.
Una suerte que también habría corrido Marocca di Casola, de no haber sido por Fabio Bertolucci, un joven emprendedor que decidió establecerse en su tierra natal a los 23 años. Aprendiz al principio en una antigua panadería con horno de leña, Fabio aprendió todos los secretos del Marocca hasta que, en 2008, abrió su propia panadería en Regnano, una pequeña aldea del municipio de Casola, en Lunigiana. Actualmente, su panadería, Il Forno di Canoara, inmersa en un marco de cuento de hadas entre los pasos históricos del Apenino Toscano-Emiliano y las afiladas cumbres de los Alpes Apuanos, es la única que produce el Marocca di Casola Presidio Slow Food.
Gastronomía
Utilizado para servir crostini y entremeses gourmet en ocasiones especiales, o incluso simplemente como acompañamiento de la dulce caciotta lunigiana o de los embutidos tradicionales, el Marocca di Casola ha vuelto poco a poco a los restaurantes y hogares de mucha gente de Lunigiana.
Para degustar este pan ancestral, es imprescindible un viaje a Lunigiana oriental, concretamente a Regnano, un pueblo enclavado entre los Alpes Apuanos y el Apenino Toscano-Emiliano y situado a lo largo de la antigua Vía del Santo Rostro y el Paso de Tea. En octubre, todavía se pueden ver los hornos secadores encendidos en el pueblo y se organiza la tradicional fiesta de las castañas, donde se puede degustar no sólo el Marocca, sino también otros platos tradicionales de Lunigiana.
Utilizado para servir crostini y entremeses gourmet en ocasiones especiales, o incluso simplemente como acompañamiento de la dulce caciotta lunigiana o de los embutidos tradicionales, el Marocca di Casola ha vuelto poco a poco a los restaurantes y hogares de mucha gente de Lunigiana.
Para degustar este pan ancestral, es imprescindible un viaje a Lunigiana oriental, concretamente a Regnano, un pueblo enclavado entre los Alpes Apuanos y el Apenino Toscano-Emiliano y situado a lo largo de la antigua Vía del Santo Rostro y el Paso de Tea. En octubre, todavía se pueden ver los hornos secadores encendidos en el pueblo y se organiza la tradicional fiesta de las castañas, donde se puede degustar no sólo el Marocca, sino también otros platos tradicionales de Lunigiana.