Toscana ofrece una gran variedad de antiguos itinerarios históricos y religiosos de inestimable valor paisajístico y cultural. Caminando por ellos, descubrimos las historias que han dado forma a la región y que la convierten en lo que es hoy: un lugar de encuentro y acogida. Siguiendo las huellas de los peregrinos, conoceremos la indiscutible belleza de la Vía Francígena o el atractivo místico del Santo Rostro.
La Vía Francígena Toscana es un recorrido de origen religioso que, entre tesoros de arte e historia, atraviesa naturaleza, pueblos y ciudades con un paisaje cambiante y sorprendente. Sigérico, arzobispo de Canterbury, la recorrió de camino a Roma, entrando en Toscana por el actual Paso de Cisa. Hoy, la Vía Francígena es un importante itinerario cultural cuya belleza y poder evocador la convierten en paradigma de la nueva forma de viajar lentamente, transformando el itinerario (a pie y en bicicleta) en un viaje que enriquece enormemente la experiencia personal.
La Vía Romea Strata sigue los antiguos recorridos que los peregrinos del centro y el este de Europa tomaban hacia el centro de Italia para llegar a la Vía Francígena en Fucecchio y San Miniato, y desde allí continuar el viaje hacia los lugares santos de la época, como Roma y Santiago de Compostela. Actualmente, en el norte de Italia es posible recorrer 5 itinerarios diferentes que confluyen en la región del bajo Véneto, desde donde el camino continúa por el tramo conocido como Romea Nonantolana-Longobarda. En Toscana se encuentran las 6 etapas finales, pasando por Cutigliano, San Marcello Piteglio, Pistoia, Vinci, Cerreto Guidi y Fucecchio.
La Vía Romea Germánica sigue una de los principales itinerarios que conectaban el Mar del Norte con Roma en la Edad Media. Descrita con detalle en el 1256 por Alberto de Stade, un monje benedictino, recorre casi 2.200 kilómetros desde Stade (Alemania) hasta Roma, y atraviesa Alemania, Austria e Italia en 96 etapas, de las cuales 46 en Italia. En Toscana recorre Casentino hasta Arezzo. Continúa por Valdichiana hasta la ciudad museo de Cortona, para luego llegar a Orvieto, en Umbría. El recorrido se adentra en Lacio y, en Montefiascone, se une a la Vía Francígena para terminar en la pintoresca Plaza San Pietro.
La Vía de Francesco son un conjunto de caminos que unen los numerosos lugares vinculados a la vida de San Francisco de Asís en Toscana. Desde Florencia, los peregrinos modernos pueden llegar al célebre Santuario de La Verna, donde San Francisco recibió los estigmas, y luego atravesar Valtiberina toscana hasta llegar a Arezzo. El itinerario continúa por Valdichiana Aretina hasta Cortona, donde se puede visitar la fascinante Ermita de Le Celle.
Por último, la Vía Lauretana es un antiguo camino que une Cortona a Montepulciano y Siena. Utilizado y ampliado por los romanos, fue creado para unir la ciudad etrusca con sus ciudades hermanas del Tirreno. Luego, se convirtió en el antiguo camino de peregrinación que durante siglos unió Siena (y de consecuencia la Vía Francígena) a Cortona en dirección a la Santa Casa de Loreto, atravesando todo el territorio de los seis municipios toscanos.
Para las conexiones con Roma, los florentinos utilizaban la Vía Sanese, que era el recorrido más corto entre la ciudad del Lirio hasta Siena. La Vía Sanese atraviesa el área del Chianti y llega a pueblos fascinantes, como San Casciano in Val di Pesa, Badia a Passignano, San Donato in Poggio y Castellina in Chianti.
La Vía Matildica del Santo Rostro comienza en Mantova, se encuentra con las llanuras del Po y llega a Toscana por el paso de San Pellegrino, atraviesa Garfagnana y el Valle Medio del Serchio y, por último, llega a Lucca. El destino del paseo es la Catedral de San Martino, guardiana del Santo Rostro, una estatua de madera venerada en todo el mundo.
El Camino de San Jacopo parte de Florencia y llega a Livorno. Toca la ciudad de Pistoia, también llamada "Santiago menor" o "Compostela italiana" porque desde 1145 d.C. custodia una importante reliquia del Apóstol Santiago (Jacopo) en la catedral de San Zeno.