Elba y las Islas en Toscana

Estas islas ofrecen un mar cristalino y el encanto del matorral mediterráneo, pinares sobre acantilados escarpados, calas escondidas y grandes playas de arena suave. Las Islas en Toscana constituyen un espacio marino muy interesante que esconde rincones de naturaleza salvaje y sugestivos  fondos marinos por descubrir. Una meta de prestigio para los amantes del mar y de los deportes acuáticos, con muchas oportunidades para explorar lugares menos frecuentados. Cada una de las islas del archipiélago tiene un carácter único. Todas son  joyas con una historia interesante y protegidas por el Parque Nacional del Archipiélago Toscano, creado para salvaguardar este extraordinario conjunto de ambientes naturales. 

La isla más grande en Toscana es Elba, que además es la tercera en Italia después de Sicilia y Cerdeña.
Se extiende por 147 kilómetros de costa y ofrece diferentes playas a sus visitadores. A partir de la arena dorada hasta las piedras, hasta la playa negra, cuya tonalidad se debe a la presencia del hierro.
Elba es rica en minerales y ha sido un importante centro minero desde la antigüedad. 
La isla también es famosa por haber acogido el exilio de Napoleón  desde el 1814 hasta el año sucesivo y hoy se pueden visitar sus villas. 
Para descubrir la verdadera esencia de Elba, basta con perderse por las calles de sus encantadores pueblos. Además de visitar Portoferraio, el pueblo más extenso por población de la isla, merece la pena hacer una parada en Marciana - el centro urbano más antiguo de la isla, que conserva su antigua estructura medieval - Porto Azzurro - un bonito pueblo pesquero  donde aún son evidentes las huellas de la dominación española - Capoliveri - un pueblo medieval caracterizado por pintorescas callejuelas y talleres artesanales.

La isla Montecristo  es un paraíso para pocos afortunados. Sólo el cuidador y su familia viven aquí desde el 1988. De hecho, el espacio alrededor de la isla se ha convertido en una zona de protección biológica completa y así la franja de 1000 metros desde la línea de costa es accesible solamente para 1000 visitadores por año, guiados por el personal del Departamento Forestal.
La isla Montecristo con su perfil agudizado es emblemática y un poco simboliza la imagen idealizada  que todos tenemos de una isla.
La famosa novela de Alexandre Dumas, El conde de Montecristo, está ambientada aquí.

Finalmente, la isla Pianosa que, como su nombre indica, es la única llana. En el 1858 se estableció allí una colonia penal, que fue cerrada en el 1998.
Desde entonces, una veintena de presos en semi-libertad han estado trabajando en la isla para reconstruir algunos edificios. La protección debida a la presencia de la penitenciaría ha salvaguardado el mar alrededor de Pianosa, donde hoy es posible bucear y ver uno de los escenarios submarinos más intactos en todo el Mediterráneo.