Valdichiana Senese con sus límites esfumados como la ligereza de sus amaneceres, como el enrojecimiento de los atardeceres que se reflejan en el mar inmóvil de Crete, en biancane (relieves redondeados de color claro) con su particular belleza, en las quebradas del río Orcia, límites que brillan en los espejos de agua en Chiusi y Montepulciano, que se hunden en el misterio profundo de la civilización etrusca, rebotan en las asperezas de Cetona y por último, emergen con fuerza de los manantiales en Chianciano y San Casciano.
Visitar este lugar es como sintonizarse con un diapasón que hace vibrar todos los acordes: desde aquellos de la historia que se desvanece en la leyenda y el misterio etrusco, hasta los del placer que se transforma en bienestar (en las aguas termales de Chianciano Terme, Montepulciano o San Casciano dei Bagni). Puedes deleitartecon los extraordinarios vinos de Montepulciano, las delicias gastronómicas de Sinalunga o el aceite de oliva virgen extra de Trequanda. Por último es el turno de los acordes que vibran en el paisaje y en las arquitecturas (en Sarteano, Torrita di Siena o del aristocrático ruralismo de Cetona, y hete aquí la rapsodia del vivir bien, una cualidad peculiar de este antiquísimo territorio.
Piensa al mito de Porsenna, un rey etrusco que se atrevió a desafiar a Roma y a vencerla, o bien a Horacio que habla de Chianciano como del baño termal preferido de Augusto; piensa al abad de Cluny que fue un huésped, más que un prisionero, de Ghino di Tacco, o a Lorenzo el Magnífico que confió a Poliziano la tarea de educar a sus hijos, que el pintor conquistó logrando que la dinastía de los Medici eligieran Montepulciano - como fulcro del Renacimiento en Siena- como el propio buen retiro.
El encanto de esta tierra se debe al hecho de que aquí, más que en ninguna otra parte, ha sobrevivido el espíritu etrusco. Los centros más vitales de esta cultura antigua se encuentran en Val di Chiana. La cultura permanece aún viva donde muchos no esperarían encontrarla como en la carne de Chianina (terneros blancos, de la familia de los bueyes apis sagrados para los etruscos), una copa de Nobile de Montepulciano (celebrado desde el siglo XVII como el rey de los vinos, por el médico y literato Francesco Redi, en su libro "Baco en Toscana"), o en una caminata solitaria por los pueblos antiguos, un saludable baño en las piscinas termales o un sorbo de agua benéfica que restaura la vitalidad.
Para disfrutar de todo esto, hay excelentes servicios turísticos y numerosas ocasiones para encontrar a los artesanos que representan la sabiduría antigua. Estos son los cromosomas de Val di Chiana Senese, un lugar con una extraordinaria habitabilidad, que cuenta con colores y notas inolvidables como sus incontables pueblos, la síntesis de todo esto es una rapsodia en azul. Un azul etrusco.